Ediciones Azimut

Un sello de autor

El placer de la lectura en otoño

Estoy sentada en la silla de mi despacho, con un café al que le sale humo por encima de la taza porque me gusta como señal de que ya hay que calentarlo más de la cuenta para que no se enfríe demasiado rápido y pensado cuándo tendré ocasión de devorar en pocas horas mi próxima lectura. Poder hacerlo sin preocupaciones de que debería estar trabajando o estudiando. Miro por la ventana y divago, pienso en qué evocará en cada persona el título de este artículo: el placer de la lectura en otoño

¿A caso no es placentera la lectura en cualquier época del año?, ¿por qué el otoño nos trae esa sensación de melancolía y enternecedora que nos invita, más aún, a querer sentarnos frente a la chimenea con un libro. Supongo que en esto tiene mucho que ver la proximidad con la Navidad, cada vez más adelantada. Y los tópicos que a ella la rodean, cada vez más explotados.

Para mí, es pensar en el placer de la lectura en otoño y me imagino en un cómodo sofá de una cabaña perdida en el monte, sin conexión a internet, con una taza de chocolate con malvaviscos mientras caen hojas por la ventana y frente a la chimenea Haciendo que la temperatura de fuera no invite a salir de casa.

Comentando con mi hermana y pareja sobre qué les sugiere el placer de la lectura en otoño acabamos hablando sobre las pocas opciones que ofrece Málaga para poder leer tranquilamente en los espacios públicos al contrario que otras ciudades, como Edimburgo, donde, por ejemplo, J.K. Rowling trajo al mundo sus primeros libros de la saga Harry Potter. Ella se imagina leyendo en una tranquila cafetería con un café con nata montada y canela, luz tenue donde calidez al ambiente y libro en mano.

Ahora os sugiero algunos buenos libros para acompañar esa estampa de día lluvioso y frío, castañas y chocolate con churros:

Portada La mujer de fuego

La mujer de fuego. Rocío Rejes Ramos

Trata sobre la decisión incipiente que Cecilia, una atípica mujer burguesa, debe tomar en la recta final de su vida: acabar con ella o dar un giro de 180º. Cecilia ha alcanzado la plenitud de su vida a los ochenta años tomándose el resto de su camino como un acto liberador.

Ante su indecisión le ayuda a despejarse, además de ciertas señales que va percibiendo por el camino, un reencuentro con tres personas muy importantes para ella.  En palabras de su autora “es una oda al guerrero espiritual que vive dentro de cada uno de nosotros”.

La novela deja la sensación del carpe diem y tempus fugit, deshacerse de los lastres, de viajar para ser.

“Cuando empecé a leer el primer borrador de La mujer de fuego, no sabía lo que me iba a encontrar.

Y lo que me encontré me fascinó desde la primera página y me hizo viajar por esa Asturias tan cercana, humana y mágica como sus personajes. Porque si por algo destaca esta novela es sin duda por sus protagonistas. Rocío ha dibujado unas personalidades muy reales y definidas aunque muy distintas entre sí, y ha sabido desnudar los sentimientos más profundos que nos mueven a todos a vivir… o a morir. Y en todos ha sabido mostrar esa parte de locura que nos hace tan especiales y tan humanos, y que rodea toda la novela haciendo que la magia esté presente a lo largo de toda la historia”. Prólogo de La mujer de fuego.

Memorias de un desastre. Laura Vázquez Alarcón

Con esta novela tengo especial debilidad. Será que fue con la primera autora que trabajé cuando empecé en Ediciones Azimut o será por lo identificada que me sentí al leerla o será por el modo en que Laura consiguió reflejar de manera idónea una época de la vida que no es del todo gratificante: la adolescencia. Supo captar sus matices, sus subidas, sus bajadas, sus revuelos, sus pensamientos contradictorios…

La obra habla sobre la amistad, el amor, el sexo, los viajes con amigos y las primeras cervezas. Beber o no beber, fumar o no fumar, perder la virginidad o no hacerlo. Todo ello bajo la perspectiva directa de la mirada de su protagonista, con banda sonora propia y contado en un lenguaje cercano, joven y fresco que dotan al relatado de la realidad que merece.

Portada Memoria de un desastre

En palabras de Manuel Sánches-Campillo, Laura escribe con un “temple particular para guardar la cadencia con la que pretende escribir esa novela; es decir, un ritmo apropiado, sostenido, que no llegue a decaer en ningún momento sino que se eleva hasta llegar a la máxima intensidad”. Sánchez-Campillo confiesa que no le gusta la literatura infantil y juvenil, pero esta obra, según él mismo cuenta, “me sedujo desde que comencé su lectura. Ha sido para mí una de las mayores satisfacciones de mi vida literaria. Asistir al nacimiento de una escritora, leer su primera obra, ha sido un privilegio por el que siempre le estaré agradecido a su autora”.

Por último, Guadalupe Eichelbaum. Eslabón de papel

Para este libro voy a rescatar la frase de Pablo Aranda, escritor y director del Aula de Cultura del diario Sur de Málaga “Un libro donde la vida puede mirarse desde ángulos diferentes: lo que para unos constituye la verdad incuestionable, para otros no es más que el pecado. Guadalupe Eichelbaum se acomoda en ángulos desasosegantes y nos cuenta lo que ve”.

El libro enlaza la historia de diferentes personajes, que no tienen nada que ver los unos con los otros, pero que están unidos mediante un eslabón de papel. Este eslabón no es más que la frase de Ralph Waldo Emerson “Lo que llamamos en otros pecado, consideramos en nosotros como experiencia impresa en el marcapáginas que separa las páginas de un libro de un hotel. Cada personaje que llega a él lo interpreta de una manera diferente según sus circunstancias personales y su manera de ser: la madre cuya maternidad es su razón de ser, el psiquiatra que recuerda un episodio de su niñez, la joven que viaja en tres…

Lo que está claro es que ninguna de las historias deja indiferente al lector, que, además, tendrá su propia interpretación de la frase.

Portada Eslabón de papel

Os dejo un fragmento de una de sus personajes, Helen, del capítulo Navegar de la obra, para ver qué os sugiere a vosotros: “¿Cómo vamos a considerar pecado nuestra experiencia si nosotros sabemos por qué hacemos lo que hacemos? Si, tristemente, somos conscientes de que no hemos tenido ocasión de hacerlo mejor, de actuar de otra manera”.

Y os invito a leer el prólogo de María Teresa Morillas García donde extrae de la novela lo más simbólico que la autora deja entrever, por ejemplo, le hecho de que tenga trece capítulos, ni uno más, ni uno menos, trece.

Espero que os sirvan mis recomendaciones y que al leer en otoño os lleve a vuestro lugar de ensueño en esta época.

Estrella Parrado


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