Ediciones Azimut

Un sello de autor

Urdimbres, 2023, de Enrique Jaramillo Levi

Escrito por: Araceli Soní Soto

Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, México

 

Urdimbres (2023) es un libro de relatos y minirrelatos del panameño Enrique Jaramillo Levi, publicado en Málaga (España) por Ediciones Azimut en la Colección Medusa, número 15, y prologado por Joel Bracho Ghersi: escritor, poeta y crítico literario venezolano residente en Panamá. Esta edición de 73 textos es la penúltima del colonense, de un total de 34, publicadas entre 1965 y 2023, sin contar las antologías. Su primer libro de cuentos, Catalepsia, data de 1965, cuyo sello editorial se atribuye al Ministerio de Educación en Panamá. La edición que ahora se reseña es una de las varias que resultaron del confinamiento durante la pandemia, periodo en que el escritor dio a luz no solo dos libros de cuentos, sino varios compendios de crítica literaria.

El autor de Urdimbres tiene una sólida trayectoria literaria y ha realizado importantes aportes a la cultura de su país. Además de cuentista, poeta y ensayista, fue profesor universitario, editor y fundador del Diplomado en Creación Literaria en la Universidad Tecnológica de Panamá, así como de importantes premios. Varias de sus obras, entre ellas, Duplicaciones, han traspasado fronteras al interior de Latinoamérica, Estados Unidos, algunos países de Europa occidental, Polonia y Hungría. En Urdimbres se tejen un conjunto de rasgos estilísticos, tanto de contenido como de forma, antes explorados por el escritor en su abundante producción cuentística a lo largo de sesenta años de incesante creación: sobresale la metaescritura, el erotismo, los suicidios, los finales de muerte, los sueños, los espejos, la duplicidad, en muchos casos, dentro de entornos fantásticos. Los símbolos y las metáforas, al igual que en otros relatos, reflejan las angustias y los miedos del autor, así como sus deseos e inquietudes más hondas.

Enrique Levi JAramillo

A pesar de que en Urdimbres perviven los atributos mencionados se observa, también, una insistencia notable de elementos del contexto inmediato, entre ellos la pandemia de Covid 19, pues como lo afirma el ruso Mijaíl Bajtín (2011), toda obra constituye un diálogo constante, no solo con otras escrituras, sino con el entorno presente, el pasado y el futuro. Las referencias a la pandemia se combinan, en muchos textos, con la cotidianeidad, lo absurdo, la alteración del tiempo, la vejez, el sueño, la identidad del escritor entre otros. En «Anomalías», por ejemplo, las primeras tres líneas recrean el ambiente climático de un día común en Panamá. Sin embargo, después de un temblor en la madrugada, «todo empezó a marchar al revés»: irrumpe el volcán Barú, dejan de funcionar los semáforos en todo el país, los relojes fallan, los calendarios se trastocan; el orden de los días, el sol y la luna desaparecen, de modo que la gente prefiere la pandemia. Sorpresivamente, la vida en Panamá se prolonga, las personas dejan de envejecer, el personaje de 137 años, junto con su mujer de tan solo 90, procrean hijos con excelente salud.

Presentación de Urdimbres en el Ministerio de Cultura de Panamá el 19 de abril de 2023.

Esta situación inverosímil proyecta la aspiración del escritor respecto a la perennidad del tiempo con el uso de recursos fantásticos, ante la real imposibilidad de que la vida se prolongue para la realización de nuestros sueños debido a la finitud. En otro cuento, «La viróloga china», la pandemia es el pretexto para denunciar la falta de libertad de expresión en China y el menoscabo de la credibilidad en la comunidad científica internacional, respecto al origen del virus que la protagonista difunde en las redes sociales. En «La puerta que no quise cerrar» el Covid permite datar la vigencia de la corrupción en Panamá, mientras que en «Tres grandes pasiones», después del encierro a causa de la propagación del virus, el personaje sale con su mascarilla a las maravillas, el verdor intenso y el aire fresco de un parque en Panamá. Esta introducción es la antesala de la segunda parte del relato de entramado fantástico, en la que la voz en tercera persona del comienzo, pasa a la segunda, con la cual el escritor insiste en sus utopías de inmortalidad: el joven instructor del gimnasio, donde llega por azar el protagonista en su caminata, le dice durante el diálogo: «Las personas como usted nunca envejecen y yo tengo buena memoria y le hacía caso a mi padre, que en paz descanse. También escribo, ¿sabe?». El entrenador, al interactuar con el personaje (alter ego de Jaramillo Levi), le reconoce el prestigio, la fama, la fe de sus discípulos y su calidad de escritor. Esto es, el autor no duda de un hecho innegable: la huella de la escritura como patrimonio cultural para las futuras generaciones, a pesar de lo efímera que pueda tornarse la vida.

Además de los múltiples relatos contextualizados en la pandemia, los cuentos de Urdimbres exhiben un sinfín de guiños autobiográficos, siempre combinados con otros rasgos estilísticos. El teórico francés, Paul Ricoeur en su libro, Sí mismo como otro (1996), plantea que la pregunta sobre la identidad del sujeto, en este caso la del escritor, se contesta narrando historias, contando vidas. Si bien, las observaciones de Ricoeur se encauzan, sobre todo, a los relatos autobiográficos, también se extienden a la ficción. De este modo, se puede decir, que la infinidad de textos de Jaramillo Levi explican su identidad, lo cual amplía tanto el conocimiento de (él) mismo como hombre y como autor, pues el yo de este último se desdobla para constituirse en otro u otros al momento de crear sus personajes. La intención de la hermenéutica de Ricoeur, además de proponer el autoconocimiento del sujeto mediante la narración, favorece la interpretación de los textos literarios en los que el lenguaje usufructúa el sentido en cuanto patrimonio del yo. Esto lleva implícita una subjetividad, es decir, una realidad supuesta (Maceiras, 1998: 9 en Ricoeur), ya que no se puede distinguir, más que de manera intuitiva, la realidad de las vivencias de Jaramillo, en el entendido de que la comprensión del sí mismo no es directa, sino mediada por los signos y los símbolos del lenguaje. Tengamos presente que un símbolo plasmado en el sentido literal designa figurativamente otra cosa, relacionada con la experiencia interior o existencial; es, en este sentido, que se conciben los componentes biográficos del relato mencionado y de varios más.

Al recibir el Premio Nacional de Literatura  «Ricardo Miró» de Panamá, en 2005, por el libro de cuentos En un instante y otras eternidades.

En «Declive» se advierten, asimismo, elementos de la vida del autor: Damián, un escritor jubilado, recibe y contesta sus correos electrónicos, lee las noticias en Internet, ve documentales en YouTube, escribe cuentos, poemas y artículos de opinión. Se considera una persona feliz, cuya única preocupación es el rebrote de la pandemia; además, pasea por la Avenida Balboa en Panamá, rechaza la tecnología y gusta de la comida del lugar. Estos datos, muchos de ellos quizá biográficos, contextualizan un problema existencial: la pérdida de la memoria del protagonista que complementa su imaginación, por lo cual empieza a depender «casi totalmente de la fantasía», la que llegó a concebir como una realidad confiable. Este cuento, a diferencia de muchos, concluye con un deje de humor, al relatar el olvido de su cumpleaños que el personaje vive como un insulto a su madre, aun cuando minutos más tarde el acontecimiento forme parte de las fallas de su memoria, se infiere, causadas por la edad.

El cuento «Momento de inflexión» es un homenaje al poeta panameño Gaspar Octavio Hernández (1893-1918); en este, el personaje, alter ego de Jaramillo Levi, homologa sus propias vivencias creativas a las del escritor y también periodista Hernández, del diario La Estrella de Panamá, cuya muerte acaeció el 13 de noviembre de 1918 ante una máquina de escribir. Este relato metaescritural recrea el impulso vital de un escritor frente al deterioro por la edad y la enfermedad con frases como la siguiente: «Los crecientes vacíos de su memoria y el paulatino incremento del temblor de sus manos…». Estos enunciados se retroalimentan con otros, alusivos a una experiencia productiva durante la pandemia: «Después de tantos meses encerrado, la cantidad de cuentos inéditos era enorme…», tal y como le ocurre a Jaramillo, autor de este cuento, quien, por otra parte, pone de relieve sus temores: «Estaba consciente de que el texto se iba pareciendo a la narración de una posible crónica autobiográfica […], que carecía de las usuales derivas imaginativas, a menudo fantásticas…». Una vez más Jaramillo Levi alude a él mismo, a su proceso de escritura, el que únicamente se podrá suspender con la muerte. Para él y para Gáspar Hernández es parte imprescindible de su ciclo vital. Sin embargo, un destello de consciencia ilumina al personaje, según el narrador: «Prefirió no fingir una valentía de mártir obtuso […] y dejando de escribir, puso punto final»; frases con las que concluye tanto la actividad creativa del protagonista como el cuento.

Fotografía de Enrique Jaramillo Levi tomada en enero de 1971 por el escritor mexicano Juan Rulfo.

En otras narraciones, como en «Jubilación», la pandemia se inscribe en un cuento de ciencia ficción, en el que un grupo de científicos fue secuestrado por seres intergalácticos dadas sus habilidades y sus conocimientos, con el fin de combatir el mal. Los sabios fracasan y la única solución la tienen los alienígenas que, en caso de intervenir, propagarían el terror originando un problema mayor. El personaje, como gran parte de los de Jaramillo Levi, muere, posiblemente por el contagio de alguna de las nuevas cepas del virus. Este relato revela la angustia, no solo del escritor, sino de todos los habitantes del planeta en ese periodo de incertidumbre. En el cuento «Lo visible y lo invisible», también en el contexto de la pandemia, se recrea la imagen de una especie de vagabundo, por quien el narrador experimenta curiosidad. Este no puede acercarse a él, como lo quisiera, debido a su temor por el contagio; tampoco se acerca mucho a sus vecinos para indagar, por la misma razón y porque apenas los conoce. A pesar de esto ha constatado que existen distintas versiones sobre la presencia del hombre en el redondel rodeado de palmeras que observa a detalle desde el quinto piso que habita. El personaje advierte que en este acontecimiento se halla el germen de una historia, cuyos verdaderos orígenes desconoce, con lo cual el escritor muestra las posibilidades de construir un relato, ya sea al optar por alguna de las versiones que conoce el protagonista o al imaginar las propias, pues para un escritor nada es imposible, según se afirma en el cuento: uno más de los muchos que incluyen el recurso de la metaescritura en la vasta obra de Jaramillo Levi.

México, D.F., enero de 1971 en el Centro Mexicano de Escritores, Enrique Jaramillo Levi, segundo de pie de izquierda a derecha. Sentados, a la izquierda el escritor mexicano Salvador Elizondo y penúltimo a la derecha el escritor mexicano Juan Rulfo.

El cuento «La puerta que no quise cerrar» es el más extenso de Urdimbres, en este se reúnen los atributos más insistentes de la escritura de su autor. Se trata de un cuento fantástico estructurado en nueve secciones, en las que se alterna el uso de distintas voces narrativas: la fracción introductoria en primera persona cuenta las aspiraciones del personaje de recuperar su herencia; una antigua mansión con una imponente puerta, decomisada por el Estado. Con la misma voz, pero en otros fragmentos, se narran las intimidaciones que padece en su litigio y la sensación de extrañeza debida a su doble personalidad. El narrador omnisciente (tercera persona), cuya característica es saber todo lo que ocurre en la historia, incluso más de lo que conoce el propio personaje, se emplea en cuatro secciones en las que se incluyen las partes más subjetivas: el origen y los detalles de la doble identidad del protagonista; la física y la intangible con la que únicamente presiente y siente, aunque ambas constituyan una sola. En otro apartado, este narrador, retrocede en el tiempo para relatar los orígenes de la escisión, y en otro más se nos informa que el personaje, en los albores de la pandemia en 2020, escribe su primer artículo periodístico sobre la corrupción en Panamá, el cual se inserta en el cuento a modo de un ejercicio metaescritural; de igual modo, nos enteramos de la consolidación de la carrera del protagonista como escritor.     

La segunda persona le habla al protagonista, pero con el fin de aportar información al lector: alude a sus estudios, a su profesión, a sus deseos de recuperar la mansión, a sus aspiraciones políticas, a sus inicios como escritor; esto último se aprovecha para recrear las dificultades de incursionar en la escritura, aunque también refiere a las gratificaciones de publicar artículos de crítica al sistema político. Con esta misma voz concluye el fragmento final del relato, en el cual nos enteramos de que la historia de la puerta es una fantasía, misma que el protagonista plasma en su exitoso cuento «La puerta que no quise abrir», título del que ahora se analiza. El personaje pasea con su pareja por el lugar donde debiera estar la mansión, pero se encuentra con un terreno baldío; un hombre (su doble) está tirado en el sitio de la puerta imaginaria, al tiempo que el protagonista se congela para siempre. En este cuento de casi 14 páginas se conjugan el distintivo fantástico de la obra de Jaramillo Levi, desarrollado con lucidez en Duplicaciones, con otros como la metaescritura, la crítica a la corrupción, los signos de identidad panameña, los guiños autobiográficos, sin excluir la pandemia y el final de muerte.

En una librería de Los Ángeles, California.

Para concluir, comentaré «Escena junto al mar», dedicado a Arabelle, hija del autor, en el cual la marca fantástica se advierte porque el narrador en primera persona es un pelícano, alter ego de Jaramillo Levi y símbolo de la dedicación de los padres a los hijos, a quienes les devuelve la vida con su propia sangre. Las imágenes que proyecta el cuento: de calma, de nostalgia, de amor, de felicidad junto a su hija, del pelícano que contempla el mar, revelan otra faceta sensible del escritor. Con lenguaje poético proyecta profundas reflexiones sobre el verdadero sentido de la vida, que develan una profunda honestidad: «La vida es mucho más que una meta obsesiva, mucho más que multitudes anónimas, mucho más que sacarle la lengua a la necia soledad», a la vez de reconocer que en la simpleza de una imagen, en la que parece no ocurrir nada, «pasa todo lo que más importa» o, como dice Gaston Bachelard (2002: 8-9), en el resplandor de una imagen poética resuenan los ecos de una dimensión de grandeza proveniente del alma. El pelícano «vuelve a emprender el vuelo uniéndose a la parvada» para continuar su vida desde las nubes.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *