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Javier Zúñiga
In memoriam de Javier Zúñiga
Esta entrada nos cuesta más escribirla que ninguna otra. Es una entrada difícil, porque la vida a veces no es justa. Es una entrada dedicada a Javier Zúñiga.
Javier era autor y amigo de la editorial, era de esas personas con las que puedes hablar y hablar sin cansarte de escucharlo. Pensamos que no hay mejor manera de homenajearlo que hacer un repaso de su obra. Ya sabemos, solo muere quien no es recordado.
Javier nace en México en 1975 y ha escrito microrrelatos, cuentos y novelas corta que siempre quedarán entre nosotros para recordarlo. Su obra traspasó las fronteras mexicanas y se publicaron también en México y Perú. En 2017 ganó el premio VII de novela corta Giralda, en Sevilla con la obra La Bala de Jonnhy Deep. Entre sus libros encontramos los siguientes:
Perdurable memoria (2008, México; 2020 Perú)
Casi bestia, casi humano (2016, México; 2018, Perú; 2021, Argentina)
La Bala de Jonnhy Deep (2017, España; 2017 México)
Escribo que sueño, sueño que escribo (2017, México)
Una dosis de melancolía (2018, México)
Las pequeñas hijas de Salem (2020, México)
Mal estar (2021, España)
Con nosotros escribió este último, Mal estar, un libro erótico-filosófico que hace preguntarnos por lo más interno de nosotros mismos. Os dejamos el prólogo de Juan Carlos Canales.
Sobre Mal estar, de Javier Zúñiga
Resulta imposible abarcar en unas cuantas líneas la última obra de Javier Zúñiga, Mal estar, dada su complejidad tanto formal como temática, lo que implica su primer acierto: el riesgo. Sin duda, el texto que hoy se presenta es a la vez una vuelta de tuerca de la trayectoria escritural de Zúñiga y la indagación no de un nuevo territorio sino de otra de las capas de un territorio recorrido una y otra vez por el autor. No hay escritor que no se repita hasta el cansancio, escribió Pavese. Y es cierto, siempre y cuando entendamos, junto a Deleuze, que toda repetición implica una diferencia.
Sabemos que una de las líneas de continuidad de la obra de nuestro autor ha sido el erotismo, abordándolo desde distintas perspectivas y registros; ahora, un paso más, la delgada frontera entre deseo y delirio. Al apuntar esta relación no me refiero a ningún tipo de interpretación apoyada en algún saber “psi”, ni siquiera, metonímicamente, a la apuesta freudiana de una estructura, sino a una lógica discursiva como gozne con otras experiencias humanas como la de lo sagrado, y cuyo centro es la transgresión.
No hay un más allá del lenguaje, no hay un afuera del lenguaje, afirmación que, de entrada, nos evitaría la bochornosa reducción de Mal estar a un problema moral o a una óptica normalizadora, al tiempo que inscribe el texto en una tradición que arranca con Sade y llega hasta México con la obra de Elizondo. Mal estar, entonces, parece sostenerse en la figura del pliegue o la del rizoma —y esa es otra de las novedades del libro— por las cuales diluye la clásica oposición entre mundo objetivo y subjetivo, el espacio de los amantes y la ciudad, e incluso diluye los límites entre géneros. A caballo entre el relato, el aforismo, el poema o la referencia teológica, Zúñiga nos propone un mundo que rebasa toda sedentariedad, toda fijeza.
Estrella Parrado